13 diciembre 2008

Tercera etapa: Sierra de Monchique a Ría Formosa


Desayuno y repaso de mapas para trazar el recorrido del día en la pastelaria Doce Arte de Monchique. Mañana fresquita pero sin lluvia que nos permite disfrutar de la espectacular y gozosa bajada hasta el mirador sobre Caldas de Monchique, lugar donde existen unas fuentes termales que se utilizan para el tratamiento de reumatismos y enfermedades de la piel.



Por la carretera en dirección a Portimao circulamos a buena velocidad gracias a su pendiente favorable y con el encanto de llevar a nuestra derecha la constante compañía de un arroyo. A veces nos cruzamos con ciclistas de carretera que suben hacia Monchique y también con un numeroso grupo de bikers que parecen participar en alguna prueba. A los 17 km dejamos esa carretera para tomar la que se dirige a Silves, que durante varios km transcurre por la orilla de la Ribeira de Odelouca y por donde seguimos cruzándonos con más ciclistas que coches; a lo que parece por aquí también es fiesta y muchos han salido a pedalear.




Río Arade
 
SILVES

En Silves, la antigua Xelb, capital mora del Algarve reconquistada por los cristianos en 1147, subsiste uno de los pocos vestigios arquitectónicos de influencia islámica: las murallas de gres rojo del castillo, situadas sobre la blanca ciudad que se extiende por los alto de una colina del valle regado por el río Arade.


Cuando atravesamos el puente llevábamos recorridos 50 km en dos horas y paramos para hacer fotos. Después de la habitual subida para remontar un valle, vimos delante de nosotros a unos ciclistas que circulaban a una distancia relativamente cercana y eso nos motivó durante un buen rato y aunque no le diéramos alcance la persecución nos hizo mantener un ritmo vivo hasta Algoz, freguesia donde se celebraba el mercado mensual (2.ª segunda-feira de cada mês) que provocaba que su travesía estuviera atestada de vehículos y de gente. Continuamos hasta Tunes donde encontramos un bar donde beber y comer un poco. Luego atravesamos las vías de la linea férrea Lisboa-Faro y nos dirigimos hacia Paderne, antes de donde encontramos una localidad de nombre significativo: Purgatorio.


Subimos la colina sobre la que se asienta la aldea de Paderne para después cruzar por debajo de la autovía Infante do Sagres y tener que afrontar otra subida hacia Boliqueime, luego disfrutamos de un tramo muy bonito de buena carretera, con unos km de bajada, incluida una cerradisima curva y llegamos a la carretera EN-125, atravesamos Almasil y en Quatro Estradas pido a mis compañeros una tregua para mis doloridas cervicales y mi escocido culo y paramos en el Pregus Bar, para que mientras ellos beben Sagres Bohemia yo me limito a una Sagres Mini, una simple cuestión de depósitos.

Nos quedan pocos km para el final de etapa y tenemos persecución de escapado. Un chico que nos adelantó con su mountain bike fue presa de la voracidad del grupo, porque a esas alturas de la película el grupo aceptó el reto encantado, de modo que con ese acelerón llegamos a las puertas de la estación de Faro, ojeamos los horarios y decidimos que lo que tocaba era ir a comer.


Para encontrar los "comeres algarvios" del restaurante Taska tardé más de los que mis hambrientos e impacientes compañeros podían aguantar sin relatar, pero una vez dentro, a poco de que cerrara la cocina, nos relajamos mientras dábamos cuenta de chocos grelhadoslulinhas fritas y dourada, convenientemente regados con diez imperiales. Muy sabrosa la mousse alcagoita (mousse de cacahuete).

Paseo de vuelta a la estación de Faro, ¡como dolían las cansadas posaderas por el adoquinado!, para después de comprar los billetes para V. Real de S. Antonio y tomarnos una bica mientras esperamos el tren, donde hicimos los estiramientos y la siesta. El trazado del caminho de ferro bordea en su mayor parte el parque natural de Ria Formosa y con las últimas luces de la tarde sobre las marismas y las islas vamos acercándonos hasta V. Real de S. António, donde nos tomamos unas amarginhas para celebrar el éxito del viaje y al calorcito del licor de almendra amarga van brotando nuevas ideas para futuros viajes cicloturistas.








Brevemente se anochece sobre la luz que cabalga incesante: Portugal.
Bernardo Víctor Carande

Gracias a Jesús, Jose A y Pedro por su colaboración fotográfica y sobre todo por su compañía. Sin ellos no hubiera sido tan divertido.
Tercera etapa: Monchique-Faro, 91,4 km, 4:09, 22 km/h. 


Segunda etapa: Planicie alentejana a Sierra de Monchique

Segunda etapa: Almodôvar-Monchique: 73,5 km, 4:48, 15,3 km/h.


Amanece un día gris que promete lluvia. Después de desayunar en la pastelaria Primavera, abandonamos Almodôvar, no si antes fotografiar la escultura "homenaje al zapatero", también construida a partir de materiales de chatarra por el escultor Aureliano.









Lluvia fina y un viento frontal nos acompañan durante los primeros km, por buena carretera, hasta la población de Gomes Aires, a partir de donde empeora el asfalto y la lluvia se hace más persistente. Las nubes cubren las montañas y la vegetación casi desaparece entre la bruma, los cerdos nos miran pasar sin inmutarse y de los caseríos se levantan blancas humaredas. Pese a las inclemencias hacemos camino y cuando llegamos a Santana da Serra hacemos una parada para tomarnos un café bien caliente, comer, secarnos y charlar. Después nos enfrentamos a los casi 20 km de la IC-1, vía rápida que conecta el Centro con el Sur de Portugal. A pesar de que el viento y la lluvia no cesan, agradecemos los ánimos que muchos automovilistas nos trasmiten haciendo sonar sus bocinas. 


Cuando llegamos a S. Marcos da Serra otra parada corta para comer al amparo de un toldo agujereado y comentarios acerca de las dificultades montañosas que se nos avecinan.

Continúa la lluvia y desde la salida de la localidad hasta el cruce hacia Benafátima la carretera es estrecha, de piso rugoso y con grandes manchas (¿gasolina?) en algunas curvas. A partir del mencionado cruce continuamos dirección W por mejor carretera, más ancha y fina, pero que se empina nada más comenzar y nos reserva lo más duro de toda la ruta, las rampas de la Serra da Carapinha y las de Cabeça Gorda que ponen a prueba nuestra resistencia.










Después de reagrupamos en el ato de Altura da Choça, iniciamo una bajada de 2,5 km., donde el frío se hizo sentir y más adelante iniciamos la subida tendida hacia la aldea de Alferce, en medio de un escenario de arroyos y fuentes, con un juego de sombras y luces entre pinos, madroños y castaños.
En el cruce de Alferce hacemos un alto para recuperar fuerzas al cobijo de una parada de autobús y evaluamos nuestra situación: ya tenemos hambre y un poco más adelante podríamos parar a comer, pero estamos mojados y tememos enfriarnos demasiado, de modo que optamos por continuar hasta Monchique. Seguimos por un tramo de carretera orillado de una vegetación exuberante y variada en la que se entremezclan la flora tropical y las especies templadas: madroños, algarrobos, rododendros, etc. También hay cultivos en terraza de naranjos y maíz. Y aunque en los bordes hay varios restaurantes o casas de pasto, de donde emanan olores de grelhados que invitan a parar, continuamos pedaleando hasta entrar en el pueblo y luego dirigirnos hacia la iglesia, famosa por su portada manuelina en la que las columnas salomónicas se prolongan formando un cordón con nudos.

Portada estilo manuelino
Tras una búsqueda para encontrar sitio donde dormir, acabamos en Residencial Miradouro da Serra, que nos ofrecía cuartos con calefacción y un local donde guardar las bicis, pero una vez bien reconocido el establecimiento resultó antiguo y espeso.
Después de la ducha bajamos a la cercana pastelaria Doce Arte donde hicimos almuerzo-merienda y luego nos retiramos a nuestros aposentos en busca de una merecida siesta.




Tras el descanso dimos un paseo por el centro del pueblo, casi desierto, y cenamos en el restaurante A Charrete (pedid la especialidad de la casa: el pudim de mel).
Fue etapa dura, por el porcentaje acumulado de subida y por las inclemencias metereológicas adversas, pero en lo paisajístico quizás fuera la más bonita.