15 junio 2009

5. Barrancos-Estación FFCC Almonaster-Cortegana



















La mañana se presentaba limpia de nubes y se anunciaban altas temperaturas. Dimos una vuelta hasta la plaza de Barrancos y luego nos lanzamos por el descenso hacia el lado español. Al poco de entrar en la provincia de Huelva giramos a la izquierda para ir hacia Aroche y para empezar nos enfrentamos a una subida larga y con importante porcentaje. Faltan horas para el mediodía pero ya el sudor me baña la cara. Durante casi 30 km atravesamos las tierras de La Contienda, zona que durante siglos, por causa de los conflictos fronterizos, permaneció indivisa, repartiéndose el usufructo de su explotación compartida las villas de Aroche, Encinasola y Moura. Es un territorio bonito, prácticamente despoblado, por el que tenemos que superar varias sierras y que nos reserva para el final una de las mejores bajadas de todo el viaje, la que nos lleva hasta el puente sobre la Rivera del Chanza, a poca distancia de Aroche. En el bar El Canario hacemos un avituallamiento, tras el que reanudamos la marcha. Los 14 km hasta Cortegana son casi todos de subida constante, sin descansos y, acrecentados por el fuerte calor, fueron para mi de gran exigencia física y la parte más sufrida de todo el viaje. Mis compañeros me esperaban en la entrada del pueblo y ya reunidos buscamos donde saciar la sed y el hambre con cervezas y bocadillos de jamón . Luego, en un bar regentado por una señora búlgara, V. Kostadinova, tomamos café y helados y atravesamos el pueblo para salir hacia la estación de ferrocarril, donde han restaurado el edificio principal para convertirlo en un alojamiento rural, aunque el bar-restaurante ya no funciona. Esperamos el tren de las 16:46, que nos llevará hasta Huelva en poco menos de dos horas, punto final de una experiencia viajera para la que SI se necesitan alforjas.
Viaje con esencia ecológica, respetuoso y tranquilo, donde el tiempo importa menos que el espacio, en el que sientes que eres paisaje, por donde el recorrido se hace pedalada a pedalada, suavemente, esforzadamente, con los aromas campestres y con el viento y el cielo (sol, nubes, lluvia) como testigos de un movimiento sin rastro.

14 junio 2009

4. Évora-Barrancos


















































4ª etapa Évora-Barrancos

Tras un completo desayuno en el Ibis y la limpieza de las bicis con la manguera del aparcamiento del hotel, nos vamos a la estación de ferrocarril porque en el mapa había visto una vía férrea hasta Reguengos de Monzaraz y queríamos acortar la etapa, pero allí nos informan que no hay trenes. Dejamos las calles empedradas, que ya castigan el maltrecho trasero, y rodamos hacia el E durante 20 km, hasta el cruce de S. Manços, donde hacemos una primera parada. Después seguimos hacia Reguengos, bajando por buena carretera hasta cruzar el Río Degebe y después como la subida no es demasiado pronunciada no paramos hasta la Praça da Liberdade de Reguengos, el tiempo de tomar un bocadillo y descansar un poco. Seguimos por S. Pedro do Corval, el pueblo más alfarero de Portugal (según un gran cartel) como demuestran la cantidad de olarias que tiene a ambos lados de la carretera. Como gran parte del Alentejo que llevamos recorrido esta es también tierra de cereal, olivo y vid. En el horizonte se vislumbra el cerro sobre el que se encarama Monzaraz, pueblo que ha conservado intacta su fisonomía y el encanto de sus viejas casas encaladas. La subida desde Telherio no es demasiado dura y llegamos hasta la puerta de la muralla, desde donde admiramos el paisaje y la inmensa panorámica del embalse de Alqueva. Entramos en su calle principal, la Rua Direita, y el olor de la comida de un restaurante cercano nos invita a quedarnos, pero la cabeza nos dice que aún nos queda mucho trecho por recorrer.
Dejamos Monzaraz siguiendo los indicadores a Mourão y llegamos a la N256 que cruza el Guadiana por el largo puente sobre el barragem de Alqueva y después tomamos el desvío a la derecha y seguimos hasta el pueblo. Paramos ante el restaurante Pipas, con casi 73 km en el cuerpo. Le pregunto a una mujer que está sentada a la puerta y me dice que allí se come bien. Y la comida fue buena, carapaos (chicharros) con arroz, secreto, balacao, vino, melona y dulces.
Cuando salimos a la calle el calor pega fuerte. El trayecto que sigue transcurre por las riberas de las tierras del Gran Lago, denominación dada en Portugal al embalse de Alqueva, carreteras solitarias y con algunas sombras y en el que antes de llegar a un puente vemos muy de cerca a un meloncillo. Cuando llegamos a Amareleja vamos hasta un bar que hay en una esquina de la plaza, donde un grupo de hombre pasan el rato con el jogo de la malha, y nos hidratamos y alimentamos para los kilómetros venideros. La carretera es de menor importancia y el asfalto es peor, muy rugoso, y particularmente paso una crisis física poco después de superar los 100 km y de la que logro recuperarme cuando en la lejanía vemos Barrancos, meta de esta larga etapa. Cuando llegamos a la entrada del Hotel Agarrocha hemos recorrido 123 km, en 6 h. 10 min., con una velocidad media de 20 km/h.
Durante la cena, en la que incluimos un plato de presunto de porco preto, acordamos que al día siguiente llegaríamos a Huelva, pedaleando hasta la estación de ferrocarril de Almonaster-Cortegana para ir en tren hasta la capital. Las previsiones eran de altas temperaturas para los dos próximos días y no creiamos necesario alargar el viaje.

13 junio 2009

3. Moura-Évora



















3ª etapa Moura-Évora

Desayunamos en el Hotel, compramos agua y nos dirigimos hacia el Barragem de Alqueva. Este controvertido embalse del río Guadiana es por su longitud (superior a 80 km), su capacidad de almacenamiento y la superficie de la lámina de agua, el mayor lago artificial de la Europa Occidental y toma su nombre de la localidad más cercana a la presa, situada al NW de Moura. Al borde de la carretera, frente al pueblo, desayunamos por segunda vez y ojeamos el mapa, tenemos por delante más de una hora de pedaleo hasta el siguiente pueblo. Entrando en Portel y ante la inminente lluvia, paramos en el primer sitio que nos cogía de paso: el parque de bombeiros voluntários. Estando en el bar comenzó a llover con fuerza. Esperamos un buen rato mientras descarga el aguacero. Pregunto a un bombero por la previsión meteorológica para la jornada pero no la tienen. Impacientes, salimos a la carretera cuando la lluvia afloja y seguimos las indicaciones para Évora y nos metemos en la IP 2, con tráfico pero con arcén ancho y en bajada, lo que nos permite avanzar con rapidez pese a los chubascos. Conforme nos acercamos a Évora, histórico cruce de camino y hoy la mayor ciudad del Alentejo con más de 46 mil habitantes, el tráfico de vehículos aumenta y el arcén disminuye. A poco menos de 15 km para el final hacemos un alto al borde la carretera para descansar y comer y afrontar con más energía el último tramo del día.
Una vuelta extra hasta encontrar el Hotel Ibis, adonde llegamos después de 80 km, en 4 h. 13 min de pedaleo, a una media de 19 y con un desnivel de 655 m.
Por la tarde dimos un paseo por la ciudad para contemplar algunos de los encantos de Évora, declarada ciudad Patrimonio de la Humanidad, en 1986, por constituir el mejor ejemplo de la época de oro portuguesa (siglo XV-XVI). Praça do Giraldo, rua 5 de Outubro, Sé, Templo Romano, Convento dos Loios, Largo da Porta de Moura, Iglesia N.S. da Graça,Iglesia de São Francisco,... fueron algunos de los lugares que recorrimos antes de acabar en el Botequin da Mouraria, peculiar restaurante donde se come subido en taburetes, acompañado de buenos vinos y aquella tarde de una simpática pareja australiana.

2. Mértola-Moura












2ª etapa Mértola-Moura
Nos prepraramos un buen desayuno en la cocina de Casa Visconde de Bouzoes y después de colocar las alforjas partimos de Mértola en dirección a Minas de São Domingos, donde la actividad minera se remonta a épocas preromanas aunque el último periodo de actividad transcurrió entre 1857 y 1966, llegando a convertirse en la explotación minera más importante de Portugal. Cuando llegamos atravesamos el poblado y visitamos la corta inundada. Rodamos muchos kilómetros por asfalto irregular y rugoso que incomoda algo nuestro buen ritmo, bajo las sombras de los árboles que todavía orillean las carreteras portuguesas. Continuamos hasta Montalvo, donde el tipo del bar donde paramos a descansar me dice que la ruta para Pulo de Lobo tiene algún tramo sin asfaltar, por lo que decidimos seguir por la N 255 hasta Serpa. Antes de entrar en la ciudad superamos un tramo adoquinado y de seguida encontramos el restaurante Arrozinho da Feijao. Allí comemos y vemos en la tele el GP de Turquía.
El último tramo del día, los 30 km hasta Moura, lo hacemos de una tirada, recorriendo un área de extensos olivares, no en vano esta zona del Alentejo es conocida por la calidad de su aceite, de ahí viene la expresión "tan fino como el aceite de Moura". Una vez en la ciudad usamos el gps de AA para dar con el Hotel de Moura, situado en un edificio histórico y de bella arquitectura, pero necesitado de una urgente modernización de sus habitaciones.
Ducha, estiramientos y colada antes de salir a cenar. Elegimos una cercana y ambientada pizzeria y después dimos una vuelta hasta encontrar un sitio donde tomarnos el postre (doce y galao para AA y gintonic para JO y para mi).
Los datos de esta etapa: 87 km - 4 h. 25 min. de pedaleo a 19,6 km/h, con un desnivel acumulado de 763 m.