25 mayo 2010

2. Castro Verde - Santiago do Cacém (18 de mayo)


A la salida de Castro Verde, cuando circulábamos por la carretera, encontramos a uno de los jóvenes de la tarde anterior que conducía un carro. Al pasar a su lado le hice una foto y su reacción inmediata fue de disgusto y perdirnos dinero a cambio.

Tuvimos dificultades para seguir el camino correcto hacia Ourique ya que hay un tramo de autovía en el que está prohibida la circulación de bicicletas, pero encontramos la vieja carretera que discurre paralela a ella y salvamos bien este escollo que el progreso antepone a los que viajan sin prisas.

El recorrido llano se altera únicamente con la subida para cruzar el pueblo de Ourique, capital del porco preto alentejano. Más adelante el viaje continúa por la N-389, atravesando la ondulada llanura que caracteriza el “Campo Branco”, el área que abarca los municipios de Aljustrel, Almodóvar, Castro Verde y Ourique, y sobre todo disfrutamos del paisaje, que en primavera está dominado por mantos floridos de variados tonos que transforman la región en un festival de color.


Paramos en Cercal do Alentejo y comimos con apetito en el restaurante Solar do Alentejo, situado en la rotonda del Largo dos Caeiros. Después continuamos por la N-120 hacia Santiago do Cacém, uno de los puntos elevados y defensivos del Alentejo, que toma su nombre de la orden de Santiago y del alcaide árabe Kassem, para acabar la etapa con un tramo final un poco más exigente, ascendiendo las pendientes de la Serra do Cercal, y culminar la subida ya cerca de Santiago, donde hicimos entrada por el Bairro da Formiga para encontrar de inmediato la Albergaria D. Nuno donde nos alojamos, y hasta donde transporté, sin saberlo, una oruga verde, que probablemente se coló en mi bota cuando paramos en una cuneta de la Serra.
El hotel tiene un precio elevado para la calidad de la habitación (con suelo de moqueta) pero cuenta con un personal muy amable y con un buen desayuno.
96,5 Km. recorridos en 5 h. 9’ de pedaleo, con un desnivel de 797 m.

1. Castro Marim - Castro Verde (17 de mayo)


Una primera etapa en la que pronto empezamos a disfrutar del paisaje y de las tranquilas carreteras por las que ascendemos el valle del Guadiana hasta Alcoutim, pasando por las aldeas de Fonte de Penedo, Alcaria, Álamo, Guerreiros do Rio y Laranjeiras, parando para hacer un alto en el mirador del Pontal.

Para salir de Alcoutim enfrentamos un repecho de poco más de 200 m, con un porcentaje del 14%, que subo en “bailón” con mi desarrollo más corto, el 30x25, y que me hace pensar que cuando tenga que subir mayores pendientes, sobre todo si viajo con alforjas, tendré que cambiar el cassette, quizás por un 11x32.

Por la vieja estrada EN-122 pedaleamos durante varios kilómetros en absoluta soledad, dado que la moderna estrada IC-27 absorbe todo el tráfico de vehículos, que a decir verdad no es muy numeroso por esta zona, y bajamos hasta cruzar la Ribera de Vascão, para pasar del Algarve al Alentejo. Por la carretera hacia Espírito Santo nos cruzamos primero con una pareja de cicloturistas y más adelante con otras dos parejas, los únicos que recuerdo de todo el viaje.

Nos detenemos frente a la entrada del Convento São Francisco, actualmente un hotel, para fotografiar el castillo de Mértola. En la Pastelaria Ninho Doce hacemos un alto para comer y refrescarnos. No queremos más que tomar un bocado para reponer fuerzas y continuar pedaleando. Esta vez nos quedamos con las ganas de probar algo de la carta del restaurante "O Repuxo", contiguo a la pastelaria, en cuya terraza la clientela come con gusto.

Dejamos la IC-27 para seguir la N-123 hacia Castro Verde y rodamos por un tramo absolutamente recomendable, ya que su trazado y su firme son estupendos y es un buen comienzo para empezar a conocer la planicie alentejana. A mitad del camino hacemos un alto en el límite del municipio de Castro Verde, uma janela sobre a planicie, corazón del denominado Campo Branco, en las largas y extensas llanuras del Baixo Alentejo.

Esta una zona de especial protección para las aves, me pareció ver a lo lejos un grupo de avutardas, y por los bordes de la carretera están diseminados multitud de nidos de cigüeñas blancas que en esta época alimentan incesantemente a sus voraces crías.

Una de las características más llamativas de Castro Verde es la presencia de numerosas esculturas en sus jardines, plazas y rotondas. Rodeamos a tres de ellas antes de llegar a la calle donde se encuentra el Hotel Vila Verde, un sencillo establecimiento de reciente construcción, donde pudimos relajarnos y descansar en una habitación muy limpia y confortable después de una larga primera etapa, en la que recorrimos 121 Km. en un tiempo de pedaleo de 6 h. 20’ y un desnivel acumulado de 1.525 m.

Momentos antes, mientras merendábamos frente al Cine-Teatro Municipal, un par de jóvenes, probablemente gitanos, nos ofrecieron comprar un caballo o una yegua (sic).


Frente al hotel se encuentra la casa que a principios del s. XIX mandó levantar el hacendado Alvaro Romano Colaço y en la que con el empleo del cemento, un material novedoso para la época, sus constructores consiguieron imitar en balcones, torres y ventanas elementos neogóticos, neomanuelinos y neomudéjares. Desgraciadamente este edificio tan emblemático se encuentra cerrado y precisa de una urgente restauración.