28 junio 2010

Entre barrotes y encadenada

A Rufo


Entre barrotes, encadenada y desvencijada.
Sufriendo maltrato y olvido, la Orbea ve pasar los días y las noches, expuesta a la mirada inclemente de los que cruzan la Plaza de la Marina, sin esperanza ya de un paseo hacia la playa o de un recorrido por la ciudad, llevando a un turista sobre su sillín de muelles, sintiendo el tacto de las manos sobre sus puños y el impulso de las piernas sobre sus pedales, para avanzar por un recorrido mil veces transitado o quizás hacia un ignoto destino.

Yace sobre la acera como un raido despojo, esperando solamente un último viaje, que no podrá hacer por sus medios, para ir al taller o al depósito, y ser rescatada al fin de esa tortura inmóvil que acabó por difuminar los días alegres y la gente amable de ayer;  pidiendo, como un mendigo, una última llamada al 650 677 063 para acabar con su injusta exposición en la picota.