25 julio 2013

Cultura Ciclista


Gracias a la iniciativa y el esfuerzo de Bernat López, que uniendo sus dos pasiones, libros + ciclismo, en 2012 dió un verdadero salto mortal de crear CULTURA CICLISTA una editorial especializada en ciclismo de carretera,  en un país donde escasean los buenos libros sobre la materia y donde las editoriales muestran su indiferencia o desinterés por el tema, he tenido la ocasión de leer dos títulos incluidos en la Colección Leyenda, adquiridos a través de Libros de Ruta

El primero de los dos fue Inventando el ciclismo. Charles Terront y la primera París-Brest-París
Tras una ilustrativa introducción del propio Bernat López, en la que desarrolla un revelador retrato de los tiempos en los que ciclismo se convirtió en deporte de masas, entramos de lleno en las memorias de Charles Terront, famoso corredor profesional del último cuarto del siglo XIX y ganador en 1891 de la primera edición de la mítica carrera de larga distancia, promovida por el diario Le Petit Journal de París para aumentar las ventas y que puede considerarse el primer gran acontecimiento ciclista de seguimiento masivo. 
En 1893 se publica la edición original de las memorias de Charles Terront, narradas por él y revisadas y ordenadas por Louis Baudry de Saunier, celebre escritor y periodista de la época. Era la primera vez que la vida de de un deportista se reflejaba en un libro. Lo que en él nos cuentan transcurre entre 1857, año de su nacimiento, y 1891. Años que  pueden considerarse como la prehistoria del ciclismo y en los que Terront competía en las dos modalidades que entonces imperaban, las carreras en pista, por entonces las más populares, y las de fondo o larga distancia. 
Con un estilo sencillo y elemental nos va contando su trayectoria a lo largo de esos años, sus inicios, las primeras carreras, las pruebas de Seis Días, donde los ciclistas se pasaban pedaleando seis días corridos, con solamente breves paradas para dormir y recibir masajes; sus viajes a Inglaterra y Estados Unidos, las carreras de ciclistas contra caballos, etc. 

A Terront le toco vivir una época de innovaciones técnicas fundamentales y experimentó el paso del biciclo a la bicicleta y la aparición del neumático. Los biciclos de rueda alta suponían una desventaja para Terront por su corta estatura, él montaba máquinas con rueda delantera de 1,35 m. de diámetro, mientras muchos de sus rivales podían montar máquinas de 1,40 o más. La bicicleta supuso más igualdad de condiciones y en 1889 comenzó a usarla. En la París-Brest-París corrió con una bicicleta de la marca inglesa Humber, que pesaba más de 2o  kilos, equipada con neumáticos Michelin.


Mañana salimos.  Sugerente y entusiasta título del segundo de los libros de Cultura Ciclista. Escrito por Jean Bobet hermano menor del gran Louison Bobet, el primer corredor en ganar tres años consecutivos el Tour de Francia, por sus páginas transcurre una época mítica contada por un excelente narrador, que fue un ciclista atípico (intelectual con gafas) apodado Le Professeur,  pero también de lo buenos, Campeón del Mundo Universitario (1949 y 1950) y vencedor de la Paris-Niza en 1955, además de compañero de equipo de Louison en algunos de sus Tours victoriosos.
Su condición de licenciado universitario y su sensibilidad le convirtieron en un observador privilegiado de un periodo conocido como la Edad de Oro del ciclismo, dominado por lo que el autor denomina el G4, el grupo formado por Fausto Coppi, los suizos Ferdi Kübler, Hugo Koblet y Louison Bobet. Entre 1949 y 1955 el G4 se apropió en exclusiva del Tour (Coppi, 1949 y 1952, Kübler, 1950; Koblet, 1951, Bobet 1953, 1954 y 1955). Además del maillot amarillo, el maillot arcoiris de campeón del mundo había pasado de las espaldas de Kübler (1951) a las de Coppi (1952) y a las de Bobet (1953). También se fueron turnando en la victoria en los 5 Monumentos: Milán-San Remo (1907); Tour de Flandes (1913); París-Roubaix (1896); Lieja-Bastoña-Lieja (1892); Giro de Lombardía (1905). Entre paréntesis el año de la primera edición de cada prueba.
Hay en la obra capítulos destacados, como los dedicados al Raymond Le Bert (fisioterapeuta y entrenador personal) y a la Paris-Roubaix.
Además el autor no olvida reseñar la época del llamado dopaje químico, (pastillas, anfetaminas) utilizado para mejorar el redimiento, inaugurando el llamado dóping deportivo. Nombres como Nencini, Anquetil, Rivière, Simpson, salpican las páginas del capítulo dedicado al dopaje.

Jean Bobet ser retiró del ciclismo a los 28 años, tras diez años (1949-1959) de carrera profesional, iniciandose inmediantamente en un nuevo oficio, tras aceptar la invitación de Jacques Godet, director de L'Equipe, de convertise en periodista.

Además se consagró a la gestión de los centros de talasoterapia creados por su hermano, del que más adelante escribiría, entre otros libros, una excelente biografía.